La imagen, tomada desde un dron, puede parecer hermosa por el delicado juego de matices del vivísimo verde del bosque y las tonalidades más delicadas del lago. Pero las algas que le otorgan esos colores al espejo de agua no deberían estar ahí, o al menos no con esa profusión.
Es el lago Amatitlán, cerca de la ciudad de Guatemala. Los científicos y varias organizaciones ecologistas han alertado acerca de la pérdida definitiva de un rico ecosistema si se sigue contaminando con los desechos urbanos y los fertilizantes de sembrados cercanos. Hay soluciones viables, pero la falta de dinero y la corrupción obstaculizan los programas de recuperación.
Y mientras, las algas crecen gracias a las cianobacterias que se asientan por los residuos. Es ciertamente bella la fotografía, pero es una belleza trágica, como tantas… Hay destrucciones muy plásticas.
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